Nuestros huesos son tejidos vivos y evolucionan de forma continua. Con el paso del tiempo, nuestro esqueleto empieza a debilitarse, más aún si sufrimos osteoporosis 1, una enfermedad silenciosa que pasa desapercibida hasta que se produce la primera fractura.
Atribuimos las caídas y las fracturas a la torpeza que aumenta con los años, pero puede deberse a que los huesos han ido perdiendo masa ósea y debilitándose de una manera muy discreta y silenciosa, llegando al punto de ser tan frágiles que un impacto leve, como la tos o un estornudo, pueden provocar una fractura.1