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Manejo del dolor

El hecho de que la osteoporosis sea una enfermedad silenciosa da lugar a entender que los síntomas no se ven a simple vista y no causan malestar en el paciente. La fractura suele ser el primer aviso de alarma visible de esta enfermedad y es, también, cuando aparece el dolor. De hecho, la propia ausencia de dolor hace que muchos pacientes diagnosticados de osteoporosis no cumplan con el tratamiento prescrito, lo que puede derivar, igualmente, en una fractura por fragilidad.

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Este tipo de roturas se producen con mayor frecuencia en las muñecas, cadera y vertebras. En las fracturas de la muñeca o del antebrazo distal, el dolor que se experimenta suele ser en la región de la muñeca además de una impotencia funcional.

Por su parte, en la de cadera –que puede llegar a ser muy invalidante para el paciente ya que le reduce mucho su movilidad– el dolor suele ser agudo y de intenso a moderado, pero cuando se interviene quirúrgicamente se reduce significativamente.

En lo que respecta a las fracturas vertebrales son las más dolorosas, con dolores intensos ante esfuerzos muy leves que pueden durar de dos a tres semanas, y cuya intensidad irá remitiendo de forma progresiva en los tres meses siguientes después de la fractura. Incluso, si afecta a muchas vértebras puede llegar a reducir la capacidad pulmonar y tener un impacto en el canal medular causando un gran dolor y síntomas neurológicos. En estos casos el apoyo psicológico es fundamental.

En cualquier caso, el dolor es proporcional al tipo y gravedad de la fractura y debe ser tratado de forma individualizada con el tratamiento más adecuado, prescrito por su médico. En este caso será el médico quien valore la mejor opción para cada paciente y tipo de dolor.

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Las fracturas disminuyen en gran medida la calidad de vida de las personas, por eso prevenirlas resulta esencial, especialmente si ya se ha sufrido una primera fractura. Por eso es importantísimo la realización de ejercicio físico adecuado de forma continuada para prevenir la rotura de los huesos y el consiguiente dolor asociado.

Recordemos que, una mujer después de una fractura por fragilidad tiene cinco veces más probabilidades de sufrir otra a lo largo del siguiente año, por lo que es importante intervenir desde el primer momento y comenzar a fortalecer sus huesos.