En función de cuál sea tu enfermedad y el grado en que te afecta, es posible que puedas adaptar tu puesto de trabajo para evitar daños mayores. Por ejemplo, es muy posible que un trabajo que requiera esfuerzos físicos grandes o movimiento repetitivo en distintas articulaciones pueda ser perjudicial.
Si en tu caso el diagnóstico y el tratamiento no han sido tan precoces como para evitar lesiones en las articulaciones, es posible que debas solicitar una incapacidad laboral, sea temporal o permanente. Y por supuesto, infórmate antes de tomar ninguna decisión y cuenta con el apoyo de profesionales, servicios públicos, sanitarios y tus amigos y familiares.
También podrías estudiar si en tu comunidad autónoma pueden facilitarte un certificado que permita a tu empresa beneficiarse de ayudas para adaptar tu puesto de trabajo, de forma que desempeñes tu tarea en las mejores condiciones.