Se llaman FAME (fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad) y también tienen un efecto positivo sobre el dolor y la inflamación. Los hay a su vez de tres tipos:
• Convencionales
Son de uso muy frecuente y efectos conocidos para contener el avance de la enfermedad. Pueden combinarse con un suplemento de ácido fólico en determinados pacientes. Los FAME tradicionales suelen asociarse a antiinflamatorios y corticoides al inicio del tratamiento. Se busca conseguir la «remisión clínica» del trastorno, es decir, interrumpir la actividad inflamatoria causante de las lesiones. Estos fármacos se utilizan hace muchos años, y por ello se conocen como FAME «tradicionales».1
FAME de última generación o moléculas pequeñas: Inhiben la inflamación y evitan la progresión del daño estructural.
• Biológicos (terapias avanzadas)
Se basan en el conocimiento de cómo actúa la artritis, y funcionan bloqueando los mecanismos mediante los cuales la enfermedad ataca las articulaciones. Están basados en proteínas modificadas y se administran en el hospital por vía intravenosa, o bien en casa con inyecciones subcutáneas.
Constituyen el último adelanto en el tratamiento de las enfermedades reumáticas y han supuesto un gran avance en el control de la enfermedad. Han demostrado una gran eficacia para controlar los síntomas en pacientes que no responden a los FAME tradicionales. Además, son capaces de frenar las destrucciones y deformidades articulares. Son proteínas fabricadas por técnicas de ingeniería genética que bloquean de manera selectiva alguna molécula o célula que juega un papel importante en los mecanismos de producción de la enfermedad como la proteína denominada factor de necrosis tumoral (TNF) o la Interleukina-1 (IL-1).1
Es importante mencionar que el tratamiento de las enfermedades reumáticas debe individualizarse según las características de cada paciente. Así, hay pacientes para los que la mejor elección puede ser un fármaco modificador de la enfermedad tradicional, mientras que otros requerirán la utilización de un agente biológico.
Todos estos medicamentos pueden ser más o menos eficaces, dependiendo de muchas circunstancias; pero también pueden generar una gran variedad de efectos adversos, más o menos acentuados. Por ello, es muy habitual que a lo largo del tratamiento se ajusten las dosis y se introduzcan modificaciones en el plan terapéutico cuantas veces resulte necesario, atendiendo a las características y necesidades de cada paciente.
Por otro lado, además del tratamiento específico, no debemos olvidar el control de otros procesos con frecuencia asociados a estas enfermedades, como la osteoporosis o los factores de riesgo cardiovascular.