Enfermedades reumáticas y COVID-19

Desde marzo de 2021 se ha investigado si el hecho de tener una patología reumatológica afectaba de una u otra manera en la gravedad de la COVID-19 en caso de contagio.

Ningún indicio señala que los pacientes que reciben tratamientos biológicos o con fármacos inmunosupresores sean un grupo de riesgo para desarrollar formas más graves. Incluso se ha observado que algunos tratamientos para las enfermedades reumáticas pueden tener un efecto protector respecto al desarrollo de la enfermedad o su evolución.

Durante los primeros meses de la pandemia España decretó un estado de alarma que obligaba a la población a permanecer confinada en su casa. Esta situación insólita ha tenido consecuencias en la salud física, y también mental, de cada uno de nosotros. Así, el 53,2% de las personas con artritis indica que la inactividad por el confinamiento le provoca más dolor, según una encuesta publicada en junio de 2020. El 38,5% asegura que los sentimientos y pensamientos negativos no les permiten descansar, lo que empeora los efectos de su enfermedad.

La pandemia ha provocado inseguridad al 76,2% de los pacientes, especialmente por el grado de riesgo de contagio. Y cerca del 50% considera que le gustaría disponer de más información sobre las medidas de prevención específicas en relación con su enfermedad.

En estos casos, las asociaciones de pacientes también han servido como apoyo y refuerzo de la salud mental de las personas con enfermedades reumáticas y sus cuidadores.