Nutrición

No deberíamos esperar a tener una enfermedad reumática para empezar a comer bien. Todos, sea cual sea nuestra edad y condición, deberíamos seguir los siguientes consejos.

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  • Tomar cinco raciones de alimentos vegetales (dos de verdura y tres de fruta) cada día. Para ver si en una comida estás repartiendo adecuadamente las raciones, divide el plato en cuatro partes iguales como si fueran los cuartos de hora en la esfera de un reloj: dos cuartos (la mitad) del plato deberían ser fruta y verduras; otro cuarto, proteínas, y el último cuarto, cereales.

  • Incluye en tu dieta diaria proteína procedente más de pescados (azules, sobre todo) que de carne, y ésta debe ser baja en grasa. Lo mejor para aliñar y cocinar todo ello es el aceite de oliva virgen extra, pero procura dosificarlo porque cien gramos tienen nada menos que 900 calorías.

  • Entre los alimentos a evitar, destacamos todos los considerados procesados, enlatados (tienen alto contenido en sal) y refinados (como la bollería y la pastelería industrial). Todas las grasas animales y aquellas que aparecen en productos industriales (las llamadas grasas trans), así como los azúcares (presentes sobre todo en refrescos y postres industriales) deben evitarse, junto con el alcohol, el café, el té y el tabaco.

Dicho así, parecerá que no puedes comer de nada, pero tienes a tu disposición alimentos sanísimos, baratos, que están a tu alcance en cualquier supermercado, y son fáciles de preparar:

Legumbres: son una gran fuente de proteínas vegetales y hay mil formas de prepararlos (potajes, purés, ensaladas). Son, entre otros, judías, garbanzos, habas, lentejas, soja.

Cereales integrales: podrás encontrar en muchos supermercados semillas de todo tipo, así como arroz, avena, maíz, cebada…

Verduras y hortalizas: existe una variedad casi infinita de sabores que podrás disfrutar en ensaladas, cremas, potajes, guarniciones, etc. Brócoli, espinacas, acelgas, zanahorias, pimientos, espárragos, patatas, germinados de alfalfa, cebolla, coliflor y romanescu… la lista es interminable. Añádele a estos vegetales de “tierra” las algas marinas, que aportan gran valor nutricional con muy pocas calorías y un sabor increíble.

Bebidas vegetales: de coco, almendras, arroz, soja, avellanas, etc. y sus derivados (yogurt o queso vegetal).

Aceite de oliva virgen extra: además de un auténtico manjar, es rico en omega 3. Existen otros aceites saludables, como el de lino o el de germen de trigo.

Pescado: el mar es una fuente maravillosa de recursos culinarios. Disfruta de todos los distintos sabores que ofrece el mar, pero especialmente de los pescados azules como los boquerones, el salmón fresco (el ahumado tiene mucha sal), las sardinas, la caballa, el jurel, los arenques, etc.

Setas: sabrosas y con muy pocas calorías, están deliciosas en guarniciones, guisos y salteados. Desde el tradicional champiñón hasta el exótico shitake o el gourmet del bosque, los boletus.

Carnes bajas en grasa: puedes tomarlas a la plancha, al vapor, en papillote, y especialmente te recomendamos las de pollo, pavo o conejo.

Frutos secos: ricos en grasas y proteínas, procura tomarlos tostados sin sal, en el caso de almendras y avellanas. También son recomendables las nueces y los pistachos.

Huevos: contienen omega 3 y son versátiles y rápidos de preparar.

Frutas deshidratadas: ciruelas y uvas pasas y orejones, entre otros.

Frutas frescas: la naranja, la piña, las frutas tropicales y exóticas como la papaya, todas ellas ricas en vitamina C y antioxidantes, es recomendable tomarlas masticadas en vez de en zumo.

Semillas: ricas en antioxidantes y vitaminas, fibra, y minerales como cinc, hierro y cobre, las semillas pueden tomarse esparcidas en ensaladas o bien en el pan. Las de girasol, linaza y calabaza ayudan a regular el sistema inmune.

Lácteos y probióticos: como el yogurt, el kéfir y los quesos frescos. El yogurt y los alimentos fermentados como el miso japonés (soja fermentada), kéfir y el chucrut (col fermentada), contienen microorganismos que ayudan a digerir los alimentos y a fortalecer nuestro sistema inmunológico.

Recuerda que los suplementos nutricionales pueden no estar avalados por ningún estudio científico, y por supuesto, no sustituyen al tratamiento que haya determinado tu reumatólogo.