Para recibir un diagnóstico adecuado lo antes posible que nos permita acceder al tratamiento que evite daños irreversibles, debemos estar atentos a los síntomas, especialmente si:
Tienes menos de 45 años.
Sufres dolor lumbar inflamatorio de más de 3 meses de evolución, que mejora tras el movimiento y empeora con el reposo. Puede extenderse a una o ambas nalgas.
Inflamación de la entesis (donde se unen hueso, tendón y músculo), dedos, irritación ocular o uveítis…
Te sientes más fatigado de lo normal sin motivo aparente.
Tienes fiebre, aunque no sea muy elevada, sin que haya una infección.
Falta de apetito.
Te levantas por la noche, en mitad del sueño, típicamente antes del amanecer, con dolor en las articulaciones.
La típica rigidez matutina que dificulta el comienzo del día, y dura más de 30 minutos.