Rocío frente al espejo

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Historia de una persona con psoriasis

Rocío es una de las más de 500.000 mujeres en nuestro país que tienen psoriasis. Convivir con la enfermedad no es fácil, sobre todo al principio, cuando todo son dudas y preguntas difíciles de responder, especialmente una: por qué a mí.
Rocío apaga el despertador y se levanta de la cama. Sus pies la encaminan hasta el cuarto de baño, enciende la luz y se queda mirando fijamente al espejo. Entonces ve esas manchas en la piel y le viene a la cabeza lo de su psoriasis. Bueno, por suerte ya no es como antes. Al principio, cuando le diagnosticaron la enfermedad a los 21 años, no tenía muy claro qué eran esas placas que le habían aparecido en los codos y rodillas.
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Estaba preocupada. Por fortuna, su médico de cabecera y su dermatólogo la pudieron tranquilizar al dar rápidamente con el diagnóstico. Estaba contenta porque el tratamiento le había ido muy bien. Pero después llegó el siguiente brote. Entonces supo que no sería fácil, que se trataba de una carrera de fondo.

En ese momento ella ya sabía que la enfermedad afectaba principalmente a la piel por un mal funcionamiento del sistema inmunitario. Por eso, la relación que se estableció desde entonces con su propia piel y con su aspecto fue muy especial. Un momento clave fue cuando las placas comenzaron a quedar visibles en zonas que la ropa no cubría. Entonces, empezaron las preguntas de la gente y también las inseguridades. Pero todo es un aprendizaje.

Y aunque al principio no es fácil, hay que aprender a convivir con esa situación y aceptar tu propio cuerpo y tu piel tal y como son, mostrándolos sin complejos. Es probable que si no hubiera tenido problemas en la piel no se hubiese planteado estos conceptos más allá de tener una piel más o menos bonita.

Cómo relacionarte

Rocío se mira fijamente de nuevo en el espejo. Ha visto una pequeña mancha que no tenía localizada. Para ella siempre fue más importante la zona en la que aparecen las placas y no si son muchas o pocas. Como aquella vez en la que la enfermedad le afectó a la cara y a las manos. Eso repercutió en su estado de ánimo, su autoestima y su relación con los demás. Por ejemplo, a la hora relacionarse con gente nueva o tener pareja, por culpa de la inseguridad que la enfermedad provoca.

Recordaba cómo, al principio, la psoriasis influía en casi todos los ámbitos de su vida. Por ejemplo, en su sexualidad, una faceta más de las relaciones con los demás, en la que la inseguridad y la baja autoestima pueden repercutir negativamente. Una vez que conoció mejor la enfermedad y fue capaz de aceptarla, la relación con los demás mejoró a todos los niveles, incluida la perspectiva de la sexualidad.

El tema de la maternidad también es importante ya que la enfermedad y su tratamiento pueden afectar a esta etapa y a otras relacionadas, como la lactancia materna. Y aunque muchas mujeres no lo hacen, Rocío siempre tuvo claro que cuando decida ser madre lo consultará con el dermatólogo para tener presentes todos los factores y tomar la mejor decisión −en cuanto a las repercusiones de la enfermedad y el tratamiento− sobre el bebé y sobre ella misma.

A veces mira al pasado como si entonces ella fuera otra persona. Atrás quedan los momentos en los que la enfermedad le hacía estar más irascible, molesta, triste y con falta de confianza, lo que en muchas personas afectadas por la psoriasis desemboca en un círculo vicioso: más placas provocan más nerviosismo y ansiedad; y cuanto más afectado está el estado de ánimo, más repercute sobre la enfermedad.

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La enfermedad no decide

Aunque Rocío es consciente de que la psoriasis influye en su vida –el picor y las molestias le distraen de sus actividades normales− se siente afortunada porque sabe que podría ser mucho peor. Por eso también sabe que es muy importante invertir el tiempo necesario en la aplicación de los tratamientos, en su caso siempre fueron medicamentos de uso tópico.

Después de un tiempo, descubrió el tipo de relación especial que se establece entre ella, la enfermedad y la piel. Y como en toda relación, se van descubriendo detalles y se va conociendo mejor cómo funciona. De este modo, pudo comprobar la conexión entre el estado de las placas de la piel y el ciclo menstrual o el tiempo que hace.

La cuestión clave siempre es poder controlar los brotes. Saber qué puede afectar a su aparición o empeoramiento y asumir que tu piel es diferente y tienes que aprender a cuidarte.

Eso es importante, la patología influye en aspectos cotidianos de la vida y del día a día. Para solucionarlo hay que tomar precauciones y así no verse demasiado condicionada por la enfermedad. Piensa, por ejemplo, en las placas de las manos que le impiden tocar la guitarra, hacerse la manicura o coger bolsas con peso. También le obligan a vendárselas cuando va al gimnasio para evitar un roce excesivo, así como a utilizar jabones y geles sin perfume. Son pequeñas cosas que hay que tener presentes. Son las reglas del juego.

En fin, no podía seguir mucho tiempo más con estas reflexiones. Tenía cierta prisa pues hoy empezaba las vacaciones y tenía el tiempo justo para coger un avión. La maleta ya la tenía casi lista, solo le quedaban los últimos detalles y no olvidarse los tratamientos para controlar los brotes, incluyendo las diferentes cremas para las placas, dependiendo de la zona de la piel afectada. Además, la precaución siempre le lleva a echar tres o cuatro botes extra.

Rocío sabe lo importante que es la información sobre la psoriasis: cómo se manifiesta, cómo evoluciona, de qué manera afecta a la rutina diaria y cómo controlarla. La respuesta a estas y otras preguntas son la principal ayuda para conocer y aceptar la enfermedad. Todas ellas las tiene tu médico y algunas también las encontrarás en nuestra web.