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Cómo tratar el párkinson

Tratamientos no farmacológicos

En las fases iniciales, cuando no existen discapacidades, la habitual es seguir un tratamiento no farmacológico basado en ejercicio físico, rehabilitación (si procede) y educación sanitaria; y en las etapas más avanzadas, cuando sean necesarios los medicamentos, también es fundamental seguir con otras terapias que ayuden a controlar los síntomas.

En definitiva, es una enfermedad que requiere una atención integral y multidisciplinar en la que, además de los neurólogos/as, intervienen fisioterapeutas, logopedas, nutricionistas, enfermeros, terapeutas ocupacionales y otros profesionales.

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El apoyo psicoterapéutico es clave para hacer frente al diagnóstico y la ayuda que proporcionan las asociaciones de párkinson es esencial. Los especialistas aconsejan mantener un buen ritmo físico, intelectual, emocional y social desde el diagnóstico lo que ayudará a manejar adecuadamente la enfermedad.

Otras terapias primordiales para los personas con párkinson son la fisioterapia en el plano motor, la logopedia para la rehabilitación de la voz y la terapia ocupacional. A medida que la enfermedad de Parkinson avanza los pacientes se van volviendo dependientes y ven limitadas sus actividades por lo que pueden llegar a requerir apoyo domiciliario y/o cuidados paliativos.

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Tratamiento farmacológico

En lo que se refiere a la terapia farmacológica, encaminada a aumentar los niveles de dopamina cerebrales, en la actualidad no se dispone de un tratamiento neuroprotector total, aunque el inicio temprano de la terapia adecuada se relaciona con una mejoría de los síntomas y de la calidad de vida del paciente.

La elección del tratamiento va a depender de las manifestaciones clínicas del paciente, de sus circunstancias y estilo de vida, así como de los beneficios y los riesgos de los medicamentos.

En la fase intermedia de la enfermedad es el momento en el que la respuesta a los fármacos puede llegar a ser excelente ya que el paciente suele responder a casi todos los medicamentos. En las fases más avanzadas, el paciente suele tener más controlados los principales síntomas, aunque surgen otros secundarios, y la respuesta a los medicamentos se complica.

Existen varios tratamientos farmacológicos, pero no hay uno estándar, sino que lo mejor es establecer una terapia individualizada para cada paciente. Entre los más utilizados están:

  • Levodopa.
  • Anticolinérgicos.
  • Amantadina.
  • Inhibidores de la MAO.
  • Inhibidores de la COMT.
  • Agonistas dopaminérgicos.
  • Infusión continua de levodopa.

El neurólogo/a será quien establezca el tratamiento más adecuado con uno o varios fármacos combinados.