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Cómo detectar el párkinson

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Un aspecto importante para controlar el párkinson es contar con un diagnóstico precoz y certero. Por ello es importante diferenciar entre párkinson y parkinsonismo.

El primero se refiere a la enfermedad en sí, el segundo hace referencia a los síntomas motores más característicos de la enfermedad como: lentitud de movimientos o bradicinesia, temblores en reposo o rigidez a la hora de mover las articulaciones.

Todas las personas con párkinson presentan parkinsonismo, pero no todas las que tienen parkinsonismo padecen la enfermedad de Parkinson. Por eso, el médico, además de valorar los síntomas típicos de la enfermedad, debe tener presente otros datos atípicos que puedan llevar a pensar en la existencia de un parkinsonismo secundario producido a causa de otra enfermedad. Síntomas que no tienen respuesta o la tienen en menor medida al tratamiento habitual para la enfermedad de Parkinson.

El hecho de que estemos ante una enfermedad compleja de diversa evolución hace necesario que el diagnóstico, así como el seguimiento de la evolución sea realizado por un neurólogo/a para fomentar un mejor control de la patología. Los hay especializados en trastornos del movimiento.

El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson se basa en la historia clínica de la persona y en las pruebas exploratorias que le realice el médico en la consulta. Hoy por hoy no existe ningún marcador analítico ni pruebas de neuroimagen que confirmen dicho diagnóstico, por lo que las pruebas complementarias que se solicitan para establecerlo van encaminadas a descartar otras patologías.

Pruebas diagnósticas para detectar el párkinson

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Las pruebas más habituales suelen son:

  • Una analítica para descartar anemia, hipotiroidismo o déficit de vitamina B12 que pueden estar agravando la enfermedad.

  • Una prueba de neuroimagen, fundamentalmente una Tomografía Axial Computarizada (TAC) craneal; una Resonancia Magnética (RM) cerebral –ambas destinadas a excluir parkinsonismos primarios o secundarios-; o un SPECT cerebral con 123I-ioflupano que refleja en imagen las neuronas que liberan dopamina, por tanto, es un marcador indirecto de generación de esas neuronas.

  • Un estudio genético, en el caso de que el médico considere que puede existir una predisposición genética de la persona.

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En el diagnóstico, los neurólogos/as también emplean escalas de evaluación clínica para valorar el estado de la persona y cuantificar la frecuencia, la intensidad y la carga de afectación del párkinson.

Se utilizan muchas escalas para medir -siempre según las impresiones de la persona-, el nivel de los síntomas motores, la fatiga, el dolor, la somnolencia, la gravedad de la enfermedad, la calidad de vida, etcétera.

La más conocida es la de Hoehn y Yahr para describir la progresión de los síntomas de la enfermedad de Parkinson en estadios que van del 1 al 5.