¿A cuántas personas afecta esta situación en Madrid? ¿Qué ayuda les ofrecen desde la Asociación?
En nuestro centro estamos atendiendo a unas 120 personas, mientras que en los domicilios prestamos asistencia a unas 250. Se calcula que en la Comunidad de Madrid hay unas 18.000 personas afectadas, y sabemos que los centros de mayores están cerrados. Por tanto, la actividad que pueden realizar es caminar por la calle, pero no reciben las pautas de profesionales que les ayuden a realizar la rehabilitación.
¿Y las consultas médicas?
Las consultas con los neurólogos siguen siendo telefónicas, con difícil acceso. Existe la brecha digital, porque no se hacen videoconferencias, sino llamadas telefónicas. Los especialistas están intentando atinar como buenamente pueden con la medicación y dan pautas a los pacientes o a sus familiares.
¿Ya se notan las consecuencias de ese parón en la asistencia?
Hemos observado una disminución de la calidad de vida entre las personas con párkinson, al igual que ocurre con pacientes que tienen otro tipo de discapacidades y enfermedades.
¿En qué lo han notado?
Cuando hemos visitado los domicilios después de tres meses de parón, hemos visto a gente que había dejado de hablar y de andar. Intentamos mejorar su situación, pero no creemos que puedan volver al estado anterior, porque este tipo de enfermedades siguen avanzando. Los pacientes deben realizar un trabajo muy cotidiano para mantenerlas a raya.
¿Cómo están viviendo los cuidadores esta situación?
Los cuidadores están viviendo una situación horrible, sobre todo durante la época de confinamiento. Cuando hemos estado encerrados han pasado mucho sufrimiento y han tenido mucho más trabajo. Con el miedo a los contagios, muchas familias han dejado el servicio de ayuda a domicilio. Han sacado a sus familiares de las residencias, y también de los centros de día, aunque algunos ya habían cerrado.
Muchas personas han dejado de recibir la ayuda de los ayuntamientos, de los auxiliares, por miedo al contagio. De repente, toda esta carga de trabajo ha pasado a la familia, generalmente, el marido, la mujer y también los hijos. Por tanto, el impacto en los cuidadores está siendo terrible por el gran esfuerzo físico, el cansancio o el estrés psicológico por ver el deterioro de su familiar. Los cuidadores tampoco pueden ver a sus amigos o hacer actividades de ocio, sino que están confinados con su persona afectada y tienen pocas posibilidades de disfrutar de un espacio personal para sus asuntos y para cuidar su salud.