La epilepsia es una enfermedad rodeada de mitos, y la incapacidad laboral de las personas afectadas es uno de ellos. De hecho, enfrentarse al entorno laboral es una de las mayores cargas que sufren las personas con epilepsia por culpa de la falta de conocimiento de la sociedad, el miedo al rechazo, a no conseguir un trabajo… son algunos de los problemas.
Pero la realidad nos dice que una persona con epilepsia puede y debe trabajar ya que llevar una vida normal le ayudará a manejar mejor su enfermedad y a tener una mayor calidad de vida.
Un aspecto que hay que valorar es el tipo de trabajo que se puede realizar, lo que va a depender de si padece o no crisis y de la frecuencia con las que las tenga. Teniendo presente esta premisa quedarían descartados trabajos que conlleven ciertos riesgos y peligros.