Cuando las células nerviosas del cerebro se sobreexcitan, y se descargan electricidad al mismo tiempo, de forma incontrolada se puede desencadenar una crisis epiléptica.
Alrededor del 5% de las personas tienen una crisis epiléptica alguna vez en su vida, la mayor parte de las veces como consecuencia de una enfermedad aguda (inflamación, bajo contenido de azúcar, alcohol, derrame cerebral, entre otros). Son crisis aleatorias o reacciones epilépticas agudas, pero no son epilepsia. En estos casos, al tratar la causa de la crisis, no es necesario mantener la medicación, y 4 de cada 5 pacientes no vuelven a sufrir una nueva crisis.
Se considera epilepsia cuando hay dos o más crisis espontáneas recurrentes sin la presencia de una enfermedad subyacente aguda. En este caso, sí tiene sentido establecer una terapia antiepiléptica en función de si se puede establecer el origen de la epilepsia.