El diagnostico temprano de la epilepsia es esencial, y para ello el neurólogo debe tener conocimiento de todos los aspectos de las crisis que haya padecido el paciente -por pequeños que sean-, así como los antecedentes familiares y personales pueden ayudar a completar la historia clínica de cada paciente.
De forma adicional, se realizará una exploración clínica y neurológica, así como pruebas diagnósticas complementarias que ayuden a definir el origen de las crisis, identificar un síndrome epiléptico o establecer un diagnostico certero de epilepsia.
Entre las principales pruebas que se utilizan habitualmente para el diagnóstico de la epilepsia está el electroencefalograma (EEG), y otras pruebas por neuroimagen como la resonancia magnética (RM) o el TAC (la tomografía computarizada).