Causas de la epilepsia

Todas las funciones del cerebro están controladas por este órgano, por tanto, cualquier daño que sufra puede desencadenar una crisis epiléptica, lo que equivale a decir que las causas pueden ser múltiples. De hecho, en una gran parte de las epilepsias (en el 70% de los casos) se desconoce el origen de las mismas.

causas de la epilepsia

Pese a que, normalmente, se desconoce el origen, entre las principales causas en los adultos están:

  • Ictus: infarto o hemorragias cerebrales.

  • Trastornos cerebrales relacionados con la edad (por ejemplo, demencia).

  • Lesiones en el cerebro producidas por un golpe sobre la cabeza (accidente, caída, etcétera).

  • Malformaciones cerebrales.

  • Tumores cerebrales.

  • Daño al cerebro debido a la inflamación (por ejemplo, debido a la meningitis).

  • Sangrado cerebral, por ejemplo, por deformidades vasculares o después de una cirugía cerebral.

  • La falta de oxígeno al nacer.

  • Una predisposición genética (si la enfermedad ya ha ocurrido en la infancia o la adolescencia).

  • Daño cerebral adquirido en el útero.

Todas estas causas, por sí mismas, pueden desencadenar una crisis sin provocar epilepsia.

¿Cómo se inicia una crisis epiléptica?

Las células nerviosas del cerebro conducen señales en forma de corrientes eléctricas.

Cuando se produce una descarga repentina, desproporcionadamente alta y simultánea, puede causar una crisis epiléptica, aunque los factores que la desencadenan varían en cada persona, y dependen del tipo de epilepsia que se padece.

Entre los desencadenantes evitables más comunes están:

  • La toxicidad o el consumo de alcohol.
  • La falta de sueño excesiva.
  • La fiebre alta por infecciones.

Síntomas de una crisis epiléptica

síntomas de un ataque epiléptico

Si tenemos en cuenta que las causas de la epilepsia pueden ser muy variadas, y que los factores que inciden en las crisis son múltiples, es complicado establecer una sintomatología concreta para las crisis epilépticas.

Si bien es cierto que las alteraciones repentinas de la conciencia que duran uno o dos minutos, acompañadas -con frecuencia- de disfunciones motoras son los más comunes.

Entre otros síntomas frecuentes encontramos:

  • la incapacidad para hacer contacto, por ejemplo, la conciencia deteriorada;
  • pausa y mirada rígida;
  • movimientos automáticos de las extremidades / músculos faciales (tragando, golpeando los labios);
  • espasmos rítmicos o rigidez duradera de las extremidades, rigidez de todo el cuerpo, posiblemente también girando un poco la cabeza;
  • además, el paciente puede dejar de respirar en torno a 1 minuto, sin peligro a no ser que la crisis se prolongue 3 minutos.

Si la crisis es muy grave, la piel puede volverse azulada y la respiración se profundiza tras la crisis.

Después de la crisis, el paciente a menudo presenta alteraciones de la conciencia, de la percepción y del rendimiento mental durante minutos o, incluso, horas. Lo más habitual es que la persona permanezca un ratito confundida o adormecida, y le cuesta reaccionar.

En definitiva, los síntomas de las crisis van a depender de la zona del cerebro que se vea afectada por las descargas eléctricas de las neuronas, pudiendo ir desde episodios breves de pérdida o disminución de conciencia, hasta convulsiones prolongadas de todo el cuerpo, pasando por contracciones musculares y alteraciones del movimiento normal.