¿Siguen percibiendo desconocimiento de la enfermedad y falsas creencias? ¿Cuáles son las más habituales?
De los principales mitos, el más popular es el de introducir algo en la boca cuando una persona está sufriendo una crisis epiléptica convulsiva. En estos casos, simplemente hay que ponerla de lado, apartar los objetos que tenga alrededor para que no se golpee y mirar el reloj para ver si dura más de cinco minutos. Si dura menos de cinco minutos, solo hay que esperar a que se le pase y luego ayudarla a ubicarse y a orientarse, porque a veces quedan un poquito desorientados. Si la crisis se prolonga, hay que llamar a emergencias.
¿Qué otros bulos se siguen manteniendo respecto a la enfermedad?
El mito de que la epilepsia es contagiosa o una enfermedad mental. No, no es una enfermedad mental, aunque algunas personas pueden padecer epilepsia y tener comorbilidades psiquiátricas, pero no, no es una enfermedad mental y tampoco es contagiosa.
También hay otro mito, y es que las mujeres con epilepsia no pueden tener hijos, algo que no es cierto. Tampoco lo es que no puedan trabajar, porque las personas con epilepsia pueden perfectamente realizar una actividad laboral. De hecho, muchas personas con epilepsia llevan una vida prácticamente normal, incluso las farmacorresistentes.
Lógicamente, tienen unos condicionantes especiales.
Sí, tienen una serie de requisitos que deben cumplir, por ejemplo, a la hora de conseguir el permiso de conducir. Se valora el número de crisis o el tiempo que lleva el paciente sin crisis. Hay algunas personas que con su medicación tienen un absoluto control de su enfermedad, por lo que pueden conducir y conducen.
¿Las personas interesadas disponen de fuentes de información fiables?
Yo diría que, en términos generales, sobre todo en el momento del diagnóstico, las personas afectadas no están correctamente informadas. Por ejemplo, cuando el paciente acude a la consulta, lo primero que le pregunta el profesional médico es si ha tenido crisis. Es una pregunta difícil de responder, porque en principio nadie sabe exactamente qué es una crisis.
En este sentido, nos falta formación e información, sobre todo a la hora del diagnóstico, especialmente si son niños, ya que ellos no pueden verbalizar lo que les ha ocurrido o sensaciones que han experimentado. Incluso los padres, desde fuera, tampoco tienen información para determinar si algo que ha sucedido en casa ha sido una crisis epiléptica, ya que hay muchos tipos de sintomatología distinta. Existen tantos tipos de crisis como personas padecen epilepsia.
¿En qué aspectos se debe mejorar la formación y la información?
Creo que es importante la correcta clasificación del diagnóstico de la enfermedad, en el punto inicial, porque a veces se confunde un tipo de epilepsia con otra. Es necesario prestar especial atención a la historia clínica del paciente para poder determinar qué tipo de epilepsia tiene, ya que en función de eso variará totalmente el tipo de tratamiento que requiera.
No solo se trata de falta de formación al paciente y las familias, sino que hay información que no llega al profesional médico, es esencial que la información fluya entre paciente/familia y profesional.
Además, quiero resaltar la importancia del abordaje multidisciplinar de la epilepsia, es decir, no solo tienen que actuar el epileptólogo, el neurólogo o el neuropediatra, sino que también deben intervenir neuropsicólogos, neurofisiólogos, psicólogos, psiquiatras, etc. Se continúa trabajando en la mejora de la coordinación entre cada uno de estos especialistas, así como también en derivar al paciente a dichos profesionales cuando lo necesiten y en el momento adecuado.